Parece cosa del pasado, pero siguen llegando convocatorias de gurús a conferencias dedicadas a contar las bondades de “lo digital”, así, a pelo, como si “digital” fuera un sustantivo y no un adjetivo. Venga ya, sabemos que no es cierto, que no hay continente sin contenido, que no hay dos verdades, la física y “la digital”, que todo es parte de nuestro entorno, que vivimos en 2016 y casi todos en Occidente, hasta los más mayores, apoyan sus quehaceres diarios en una conexión a Internet. Lo hacen hasta las máquinas.
Casi todo es físico y casi todo es digital. Y lo que no lo es guarda una reproducción fidedigna en forma de unos y ceros en algún servidor más o menos remoto. Así que más vale que nos acostumbremos de una vez a ver la realidad como un todo.
Lo digital no se entiende sin lo físico y viceversa (hasta a eso hemos llegado), lo digital son las sombras de la caverna 2.0 de Platón. En la alegoría del griego quienes están encerrados en ese mundo sombrío se niegan a salir a plena luz del sol y son capaces de matar a quien les intenta guiar fuera de la caverna. Como muchos gurús de “lo digital”, quienes se sienten satisfechos con las sombras no quieren conocer la verdad. Igual en Grecia los habitantes de las cuevas también ganaban dinero hablando de las sombras.
La verdad está ahí fuera.