El problema de las palabras mágicas es que no sirven para nada. Si pronuncias “abracadabra” mirando a una chistera no sale un conejo, primero hay que trabajarse el truco.
En el mundo de la empresa hay muchas palabras mágicas, algunas hasta en inglés, y siguen sin funcionar porque no basta con pronunciarlas. Todo el mundo habla de foco en el cliente, de empatía, de cultura digital, de horizontalidad, de trabajo en equipo. Las escuelas de negocios cobran un dineral para que repitas esas palabras, pero luego la práctica es otra cosa.
El truco para que estas palabras funcionen y no sean más que un conjunto de fonemas pasa por pensar en el bien colectivo, no pisar al de al lado, dejar de perder el tiempo en los pasillos criticando al personal, escuchar, intentar dar respuestas, centrarse en el trabajo, disfrutarlo, etc. Vamos, que es muy difícil, se ve que casi imposible, más que nada porque en cuanto lo pongas en práctica puede venir alguien y pisarte la cabeza. Ay, Darwin.
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