“Echar unas risas” no es una crisis (o no tiene por qué serlo)
Es bastante habitual que un famoso se queje en Twitter y, sólo por serlo, una compañía le haga caso. Ha sucedido esta misma semana con Risto y Digital+, pero no es algo aislado. En estas ocasiones, el miedo a la cháchara y la confusión de los que identifican ruido con crisis reputacional conducen a soluciones, a mi juicio, erróneas.
Cuando una empresa soluciona un problema a un cliente basándose en el número de seguidores que tiene en Twitter se está equivocando. O solucionas el problema para todos o le exiges al “influencer” de turno que cumpla con las mismas normas que el resto de los mortales.
Las medias tintas, el “a ti sí” para evitar los chistes continuados alrededor de la marca, generan, en mi opinión, peores percepciones que un TT efímero del que nadie se acuerda a los dos días. El famoso de turno se crece y aprovecha el tirón para darse importancia y la empresa queda en ridículo.
Cuidado con las recetas universales, cuidadito con los tips y con los blogueros “expertos” en reputación que jamás se han arremangado con fuego real. Una crisis lo es cuando pone en peligro tu negocio, no cuando se calienta una conversación que no moviliza, que no pasa de ser “echar unas risas”.
NOTA: Ojo, para los tremendistas que leen en diagonal, no digo que una conversación de este tipo no pueda acabar siendo una crisis, digo que a priori es otra cosa y que se debe gestionar de otro modo antes de que se convierta en un problema de verdad.