Esperando la Edad de oro
La gente compra teléfonos, los niños de padres famosos también van a la escuela, una señora practica sexo consigo misma, en Madrid llueve, un chaval que juega a fútbol está triste, a los del PSOE les caen mal los del PP, y viceversa. Las anteriores afirmaciones no son noticia, son obviedades, de esas que ocupan demasiado espacio en los medios de comunicación copando una agenda informativa en la que, supuestamente, debe primar lo relevante.
Mientras varios grupos de ingenieros en San Francisco se han hecho ricos gracias a trozos de código que categorizan y priorizan la información más relevante para los usuarios, los periodistas ocupan-ocupamos más tiempo del debido en historias que ni nos van ni nos vienen y que, si nos atraen, es por el morbo y no por su importancia para nuestro día a día. Al mismo tiempo, información que sí que es relevante para nuestro presente y nuestro futuro se convierte en herramienta de disputa partidista de patio de colegio.
Dice hoy un director de periódico que la época dorada de los medios llegará con las aplicaciones de pago en dispositivos móviles. Y digo yo que no, que por mucho que la carcasa sea atractiva, no pienso pagar para enterarme de si un señor, por muy importante que sea, se ha tragado un escalón, de que un político ha hablado durante una hora sin decir nada o de que a un columnista le cae mal mengano. Pero claro, es que igual yo soy un poco rarito.
(Y mientras hablamos de chorradas, un periódico extranjero publica fotos de nuestro entorno y nos asustamos).