La caída de Twitter

Twitter lleva ya un buen rato caído. Como teníamos todos los huevos en la misma cesta, ahora hay miles de personas que no saben qué hacer para opinar sobre los datos de las auditoras del sector financiero. Hay incluso quien no sabe a dónde acudir para informarse, se le ha olvidado. 

Lo primero es bueno, nos ahorra miles de opiniones irrelevantes de “expertos” que han aprendido en la propia plataforma de microblogging qué significa ‘core capital’. Lo segundo es malo, hay quien se ha olvidado de que la información sigue fluyendo por el 99.9999999% de la red que sigue en pie. 

El relato colectivo: Un aburrido apunte más sobre el futuro del periodismo

El otro día me pidieron que escribiera un artículo sobre el futuro del periodismo. El tema me aburre ya más que un torneo de ajedrez entre los contertulios de ‘Sálvame’, pero no he podido resistirme a soltar la charla en este blog, así que, si pasas por aquí, perdona, a veces puedo ser muy espeso. Ahí va la chapa:

A mi juicio, el ego propio de la profesión durante los últimos siglos nos ha hecho demasiado daño y nos impide ver nuestra posición dentro del nuevo ecosistema informativo. Puede que hace unos años alguien recurriera a dos o tres piezas informativas, como mucho, para adquirir conocimiento sobre un tema determinado. Puede que, incluso, alguien se fijara en tu firma.

Ahora, esos relatos individuales no están solos, forman una parte de un todo: el relato colectivo.  Los lectores/espectadores nos estamos convirtiendo en agregadores de contenidos, generamos nuestras propias etiquetas partiendo de nuestros propios intereses y no nos limitamos a consumir historias lineales escritas únicamente por un señor. Puede que partamos de un relato individual, pero no le damos sentido hasta que no consultamos y hasta formamos parte del relato colectivo: Qué opinan los demás sobre la noticia, cómo la titulan otros medios, qué piezas multimedia aportan algo a la historia, etc.

El proceso no niega la necesidad del periodismo, alguien tiene que empezar el relato, darle veracidad, hacerlo avanzar de un modo decisivo. No siempre cumplirá esta función el periodista, pero sí en la mayoría de las ocasiones ya que, por lo general y salvo casos muy meritorios, la gente no tiene ni tiempo ni ganas de llevar el peso de la historia.

Hasta que consigamos definir bien el papel del profesional dentro del relato colectivo no habrá un “producto” claro que vender y, por lo tanto, discutir sobre un modelo de negocio seguirá siendo inútil.

Varias pistas, ninguna solución:

– Para sobrevivir habrá que sustituir el ego por la colaboración.

– La importancia del individuo y el colectivo deja poco espacio para el intermediario, y ese espacio lo está ocupando el software.

– La moda de los ‘influencers’ es un modo de llevar a un nuevo entorno una vieja manía. Hay muy poca gente capaz de cambiar el mundo, la mayoría, por followers que tengamos, nos movemos en un entorno de microinfluencias. Sí, el 99% de los que tenéis un Klout 80 también.  O sumáis esfuerzos o no cambiaréis nada.

Como véis, el tostón que os acabo de soltar no saca a nadie de dudas, pero genera preguntas sobre a dónde vamos, ¿alguien se anima a responderlas?